Como Estado y, desde los tres poderes, tenemos la obligación de trabajar coordinadamente promocionando la capacitación, la prevención, la intervención y la protección de quienes sufren violencia. Esto lo debemos hacer de forma eficaz, ágil, con acciones concretas, sin excusas, dilaciones sin trabas burocráticas y, sobre todo, sin discusiones estériles. Si todavía no lo estamos haciendo es porque aún restan aprobarse leyes necesarias, que se reglamenten otras ya existentes y que la Justicia actúe con celeridad.
En la medida que sigamos dilatando estas acciones, vamos seguir teniendo madres sin hijos, hijos sin madres y marchas cada vez más multitudinarias pidiendo justicia por nuevas víctimas.
Despertemos como Estado y como Gobierno, la lucha es de todos y juntos como sociedad tenemos que comprometernos a trabajar con convicción y firmeza para que el lema Ni Una Menos sea realmente una realidad.